No hay como una pelea para conocer lo que cada quien piensa sobre el otro. Después de meses de abrazos, fotos e inauguraciones conjuntas, de pronto Cabildo y el resto de la Coalición aparecen parados en las dos puntas de un antagonismo.
Cuál es entonces el verdadero Cabildo Abierto? : el agrupamiento de continuadores de una facción de militares afiliados a la derecha más radical? ¿o un partido cuya ideología coincide con la izquierda en sus postulados más frecuentes?
Para muestra basta un botón, y es la expresión de uno de los dirigentes en cuanto a que “todo esto no es más que la reacción de quienes se sintieron incómodos cuando denunciamos los abusos del poder financiero internacional, o nuestra denuncia a las injusticias que se están cometiendo contra los más débiles”. Con estas afirmaciones es claro que Cabildo no tuvo ni tiene un buen concepto del presidente ni de los dirigentes de los partidos que integran la coalición a la que denuncian ahora de querer dinamitarlos.
Manini Rios está ahora embretado, tanto que ayer en la lectura de su declaración pareció intentar un último manotón al indicar que esperaba que el presidente recapacitara y recordó que Lacalle “aún no se ha comunicado con la ministra”. El resultado fue al revés, porque el presidente tomó el teléfono a mitad de la conferencia para decirle a Irene que debía renunciar, si es que no le había quedado claro.
Furiosa, la ministra llamó a la prensa para dar su versión y destinó los 15 minutos a elogiar los resultados de su propia gestión y reservar el final para una victimización a la que solamente le faltaron las lágrimas.
Fue la segunda vez que Cabildo caminó por la cornisa. Antes lo había hecho para atribuír la tenencia de campos de Colonización a la envidia que genera su transparencia. Irene se despidió prometiendo seguir desde su cargo de senadora la lucha por los más débiles “como lo hice siempre”.
Sin embargo el tema no termina, ahora viene el segundo capítulo de esta serie propia de Netflix y será el lunes cuando deberá tomar un camino que incluye el abandono a la sociedad que formó con el resto, o la vuelta vencido a la casita de los viejos.
Por de pronto son numerosos los integrantes de Cabildo que se están pronunciando en respaldo de Lacalle Pou y abriendo el paraguas para no quedar a la intemperie en el caso de que se entregue el centenar de cargos que ostenta, y si se confirmara dejarían en evidencia que están donde están apenas por una conveniencia económica.
No es fácil para nadie; ni para el gobierno que arriesga perder sus mayorías parlamentarias, ni para Cabildo que por una imprudencia retrocede varios casilleros en la consideración ciudadana. Parecía tan fácil de resolver, y sin embargo la opinión pública se encontró con una pared en la que no entran los razonamientos. Puede que la verdad haya que buscarla en el dormitorio, pero allí nadie puede entrar.